domingo, 30 de abril de 2017

La cita

La mano con las falanges desnudas se aferró al zapato que deseaba proseguir su marcha.
Se aferró con fuerza, con determinación, sin dejarlo avanzar.
El zapato confundido se detuvo, no entendía las razones de tal proceder.
La mano huesuda, aflojó el contacto, respiró aliviada. Pausadamente se dejó resbalar hasta el piso y allí se desintegró por completo, quedando en el suelo sólo cenizas y un lazo rojo que timidamente sonreía.
El zapato suspiró también, sacudió el polvo de su patente superficie y prosiguió su camino, una Cenicienta lo esperaba.